El 8 de abril el Washington Post publicaba un artículo sobre un experimento que había ideado su crítico musical Gene Weingarten. Consistía en comprobar hasta qué punto identificamos la belleza o necesitamos que alguien nos diga qué es bello.
La forma de comprobarlo fue poner a posiblemente el mejor violinista del mundo, Joshua Bell, con uno de los mejores violines del mundo, su propio Stradivarius de 1713, interpretando algunas de las más bellas obras de la música clásica, el Chaconne de Bach, el Ave María de Schubert, algo de Massenet... Se trataba, repito, de ver si la gente identifica la belleza que se muestra de forma inesperada. Traduzco (de aquella manera) el tercer párrafo del artículo, titulado Perlas antes del desayuno:
Todo el que pasaba tenía que elegir rápidamente, algo normal para los viajeros de cualquier ciudad donde los músicos callejeros forman parte del paisaje: ¿Paras y escuchas? ¿Pasas rápidamente con una mezcla de culpabilidad y enfado, consciente de tu tacañería pero molesto por la inesperada petición de tu tiempo y tu dinero? ¿Dejas un dólar, solo por educación? ¿Cambia tu decisión si es realmente malo? ¿Y si es realmente bueno? ¿Tienes tiempo para la belleza? ¿No deberías tenerlo? ¿Cuál es el esquema moral del momento?
El artículo incluye tres vídeos con el resultado del experimento, a cual más deprimente. Éste lo he encontrado en Youtube y en él aparece la única mujer que identificó a Joshua Bell, y eso porque le había visto tocando en la Biblioteca del Congreso:
La mayoría de la gente ni siquiera reparó en la presencia del violinista, los que le vieron no parecen darse cuenta de la maravilla que están escuchando y tras 45 minutos apenas recauda unos pocos dólares que fueron donados a causas benéficas. Muy triste.
viernes, mayo 04, 2007
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
1 comentario:
Bueno,en el fondo es realista. Vemos belleza alli donde esperamos encontrarla,y en una estacion ese no es el caso. La misma gente que pasaba del violinista seguro que si luego van a un concierto suyo afirmarian convencidos que el tio era un crack.
Publicar un comentario